12. Ensayo comparativo sobre la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural en El Salvador.


 13. 18 - 21 de Mayo. 

Ensayo comparativo sobre la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural en El Salvador.

Base: contenido de clase y libro Economía Internacional para Internacionalistas.


Aplicación de los Programas de Ajuste Estructural en El Salvador, en los periodos presidenciales de Alfredo Cristiani, Armando Calderón, Francisco Flores, Antonio Saca, Mauricio Funes, Salvador Sánchez y Nayib Bukele.

En los años ochenta se enfrentaron todos los países de la región a una crisis económica estructural, como efecto acumulativo y coyuntural de las recesiones global, regional y nacional, se combinaron los numerosos aspectos de las crisis, como la descapitalización, la inflación, el aumento en el desempleo y subempleo, la caída de precios por los productos de exportación, una excesiva dependencia en la importación estratégica, la militarización costosa, los déficits presupuestarios y las cargas de la deuda externa.

Esa combinación de factores hizo aparentemente imposible un desarrollo nacional capitalista significativo para la mayoría, o un socialismo que iba más allá de la escasez compartida, las situaciones fueron descritas en varios términos: crisis estructural de acumulación, crisis del modelo agroexportador, crisis del Estado intervencionista neokeynesiano y crisis del capitalismo dependiente periférico.[1]

Antes, durante y después de la crisis económica, social, política y militar vivida por El Salvador a lo largo de los años, el análisis de la política macroeconómica de los gobiernos en turno, se ha concentrado en el logro del crecimiento del producto y de la generación de riqueza; se ha tendido que  asumir axiomáticamente que el cumplimiento de tal objetivo conduciría, de forma automática, a elevar el bienestar y la calidad de vida de la población, mediante la permeabilización de los frutos del progreso hacia los estratos más desfavorecidos de la sociedad, en el marco de una concepción de efecto rebalse, se conseguiría paulatinamente la eliminación de la pobreza.

Alfredo Félix Cristiani Bukard (1989-1994)

Es hasta 1989 que las políticas de corte Neoliberal fueron efectivamente ejecutadas en El Salvador, cuando el empresario Alfredo Cristiani gana las elecciones presidenciales, convirtiéndose así el partido de derecha, ARENA, en el delegado de hacer realidad las propuestas realizadas por FUSADES sobre la base de los dictámenes de los organismos internacionales y de Estados Unidos buscando con ello, la recuperación del proceso virtuoso del crecimiento económico.[2]

Para lograr dichos objetivos, el gobierno de ARENA contó con el apoyo de USAID, desde el inicio, lo cual fue un aspecto importante ya que facilitó el acercamiento del gobierno de Cristiani con los organismos financieros internacionales, que jugaron un rol muy importante en la futura política económica.

Y es ahí que a partir de la década de los noventa, El Salvador sufre un cambio vertiginoso en su modelo económico, pasando de un modelo sustitutivo de importaciones (ISI) a uno de apertura externa o neoliberal, dicho modelo se instauró en el país bajo los lineamientos de los denominados “Programas de Ajuste Estructural y Estabilización Económica” (PAE-PEE) propuestos por los organismos financieros internacionales, estos esquemas pretendían lograr la reducción y corrección de los principales desequilibrios macroeconómicos a nivel interno y externo, así como reasignar el papel del Estado en la economía.[3]

Inicialmente este programa estaba concebido para ser implementado durante los primeros 19 meses de administración del partido ARENA, la estabilización descansaba en la aplicación de medidas y acciones enmarcadas en cinco grupos de políticas fundamentales: Política de precios, política fiscal, política monetaria y crediticia, políticas del sistema financiero y política comercial.

La política de precios se propuso el restablecimiento de los precios relativos de los bienes y servicios, eliminando en consecuencia la mayoría de los controles ejercidos por el Gobierno para su fijación; además, se procedió a revisar y ajustar las tarifas de los servicios de agua, alcantarillados y energía eléctrica.

La política fiscal se orientó a reducir el déficit del Gobierno central y a mejorar la situación financiera de las empresas públicas no financieras, por el lado de los ingresos, las medidas lomadas buscaban aumentar la recaudación y for1alecer la administración tributaria, por el lado de los gastos, las medidas pretendían reducir o limitar el gasto corriente del sector público mediante la imposición de un programa de austeridad.

La política monetaria y crediticia se orientó a adecuar la liquidez al ritmo de la actividad económica, manteniendo un disciplinado control sobre la expansión de crédito para limitar el exceso de demandas y las presiones resultantes sobre la balanza de pagos o sobre los precios domésticos, los recursos crediticios se destinarían preferentemente hacia actividades productivas, limitando significativamente el financiamiento del sector público.

Las políticas del sistema financiero. fueron diseñadas con el principal propósito de modernizar su función intermediadora, procediendo para ello a su desregulación y privatización, así mismo la política comercial y de estabilización del sector externo buscaba disminuir el desequilibrio comercial a través de un fomento decidido de las exportaciones, en tal sentido se eliminarían o reducirían los impuestos a la exportación, se simplificarían los trámites y se eliminarían los controles de divisas, así mismo, la política comercial se propuso impulsar la eficacia y competitividad del aparato productivo nacional, para su logro se procedió a la disminución gradual de los aranceles a la importación, se eliminaron los permisos de importación y los depósitos previos obligatorios, la política cambiaria adoptada por el Gobierno se orientó a la liberalización gradual del tipo de cambio para lograr una tasa única y realista, reflejo de las condiciones prevalecientes en las transacciones externas del país.

Armando Calderón Sol (1994-1999)

Como sucesor de Alfredo Cristiani, en 1994 Armando Calderón Sol les dio seguimiento a las políticas económicas impulsadas en el período presidencial anterior. Dentro de los objetivos globales que persiguió esta administración se pueden destacar los siguientes:

a) Aumentar la producción y el empleo.

b) Reducir la tasa de inflación.

c) Mantener un tipo de cambio estable.

d) Reducir las tasas de interés.

e) Reducir el déficit fiscal.

f) Fortalecer y mejorar la competitividad del sistema financiero.

La administración de Calderón Sol se caracterizó por la reducción de los aranceles, la modernización del sector público, entendido éste como la privatización de las entidades manejadas por el Estado y que pasaban a ser manejadas por la empresa privada. Cabe señalar que el déficit fiscal aumentó muy a pesar del incremento de 30% experimentado en la tasa de Impuesto al Valor Agregado (IVA).

Los únicos cambios en la política económica fueron la desgravación arancelaria y la privatización de empresas de servicios básicos y del sistema previsional. Aún con las medidas adoptadas por esta administración no se tradujeron en ninguna mejoría para las perspectivas de desarrollo del país.

Francisco Flores Pérez (1999-2004)

El Presidente Francisco Flores, fue electo en 1999, fue el tercer Presidente del partido político, Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, Su administración se caracterizó por seguir al pie de la letra acciones enmarcadas en un modelo neoliberal, en el ámbito económico no se apartó de las propuestas también señaladas por las instituciones financieras internacionales, basándose de igual manera en el Consenso de Washington.[4]

“La nueva alianza”, fue el nombre del plan de gobierno de la administración del presidente Francisco Flores y se caracterizó por la aplicación directa del modelo neoliberal, el cual consiste en la exclusión, en cierta forma, o en absoluto al Estado de toda actividad económica, ya que la mediación de éste interrumpe el normal y perfecto desenvolvimiento del mercado, en todas sus fases, nacional o internacional, esta premisa de no intervención estatal, la basa en: el llamado Estado de bienestar.

Esta administración basó sus acciones en un primer momento en la apertura comercial, pilar fundamental del neoliberalismo, traducida en la generación, mantenimiento y mejoramiento de la activad exportadora, para que esta nueva política comercial funcionara, se debía contar con mejores estrategias de inversión comercial, ingreso a nuevos mercados, además de aceptar nuevos aspectos mercantiles dentro de la economía nacional, para esto un primer eje de la administración Flores fue la creación y negociación de nuevos Tratados de Libre Comercio, buscando nuevos socios estratégicos, se firman los Tratados de Libre Comercio con: México, Chile, República Dominicana y Panamá: estos mismos fueron ratificados tiempo después de ser firmados.

En el año 2000 se suscribió el TLC con México, sobre la base de la apertura recíproca, asimismo, en el largo plazo se esperaba una desgravación arancelaria que llegaría al 0%. México otorgó acceso inmediato a cerca del 78% de los productos industriales negociados provenientes de El Salvador, mientras que El Salvador concedió acceso inmediato al 59% de los mismos productos provenientes de México, luego del TLC con República Dominicana, en octubre del año 2001 entra en vigencia otorgando acceso inmediato a los mercados de dicho país cerca del 98.2% de nuestros productos, en el TLC con Chile el 1 de julio de 2002, se otorgó libre entrada del 83% de los productos salvadoreños a este país, sim embargo, un 4.41% de los productos nacionales quedaron excluidos de las negociaciones.[5]

La administración de Flores recurrió a varios préstamos para poder financiar ésta apertura comercial, en éste momento y sin haber entrado la dolarización, no se poseía una verdadera capacidad de ejercer una política fiscal y monetaria; el país enfrentaba una situación de incapacidad para mantener dicho proceso, porque no fue un proceso de crecimiento continuo sino que fue abrupto y de cierta forma impositivo, además dichos préstamos tenían la condición de incentivar el sector productivo, fortaleciendo así la capacidad de actuación de sectores financieros y bancarios, nacionales e internacionales.

La situación salvadoreña vio un incremento económico en sus transacciones con la llegada del TLC, pero no avanzó realmente hacia una integración correcta de los beneficios del tratado, los productores nacionales no accedieron a procesos exportadores porque no cumplen los procesos productivos o fitosanitarios.

El proceso de dolarización es la medida económica más reconocida de la administración de Francisco Flores, el proceso dolarizante no vislumbró los beneficios del mismo ya que primero se encontró en un proceso de adaptación a la nueva moneda, posterior a esto, la especulación generada por esto tuvo como resultado una inflación, esta inflación incluso llegó a mediados de la administración siguiente, la de Saca.

Elías Antonio Saca (2004-2009)

Elías Antonio Saca heredó del gobierno pasado el incremento en la brecha entre los gastos y los ingresos del Estado, en tan sólo cinco años de gestión, el expresidente Flores condujo al país a una situación de déficit fiscal sobre la cual alertaron diferentes calificadoras de riesgo internacional, en un modelo económico basado en las inversiones, la presencia concomitante de déficit fiscal desmotivó a la inversión privada, para tratar de cerrar esa brecha, el nuevo presidente anunció una reforma tributaria para lograr una mayor recaudación de impuestos. Para el mandatario, la medida no contemplaba el incremento de las tasas impositivas, más bien, estaba enfocada a combatir a toda costa la evasión fiscal.

En la gestión del expresidente Flores, la ampliación de la brecha entre los gastos y los ingresos del Estado llevó al gobierno a financiar el déficit con préstamos prevenientes del extranjero. En otras palabras, el incremento del déficit fiscal tuvo repercusiones en el estado de las deudas internacionales. Para inicios de 2004, la situación ya era delicada.

La deuda externa alcanzaba los máximos establecidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI): 5,992 millones de dólares, el equivalente al 38.1% del Producto Interno Bruto (PIB).[6]

la administración Saca pretendió lograr estabilidad macroeconómica con el fin de garantizar a la población que las necesidades básicas contaran con fuentes de financiamiento, así como también lograr el desarrollo y crecimiento económico del país, esta administración buscó con el Plan “País Seguro”, mantener estabilidad y mejorar las condiciones de educación, salud, vivienda por medio de la estimulación de la actividad económica en diversos rubros y de esta forma volver al país más competitivo a nivel internacional y por consiguiente atraer inversión extranjera, también eje fundamental de su gobierno, este plan hizo referencia a una visión de sostenibilidad fiscal en el largo plazo y asegurar reglas claras para evitar llegar a un déficit fiscal insostenible.

En 2005 se ejecutó la reforma fiscal, esta reforma mantuvo como meta minimizar el desequilibrio que, entre los gastos e ingresos del Estado, además, una mayor recaudación fiscal debería traducirse en una mejor política social para los salvadoreños de más escasos recursos, durante la implementación de la medida existieron conflictos de intereses en el sector privado, para los empresarios, la medida podía profundizar el ciclo de bajo rendimiento económico que tenía el país.

Después de ejecutada, se debe comprender que la reforma tributaria no es más que un paliativo de corto plazo, para hacer frente al incremento de los gastos del Estado y el elevado nivel de la deuda internacional es necesario tener una tributación mucho más alta que la planeada con una reforma fiscal que únicamente busca expandir la base tributaria, además, la ampliación de la base tributaria lo que hace es reforzar la naturaleza regresiva de la política fiscal en el país, esto significó que la reforma reforzó la tendencia ya existente según la cual los agentes económicos con un nivel inferior de renta son los que aportaban más al fisco, por lo tanto, es posible que con esta estructura tributaria se refuerce la desigualdad y, con ello, un deterioro en las condiciones económicas de muchos salvadoreños.

Carlos Mauricio Funes Cartagena (2009-2014)

La llegada del Presidente Mauricio Funes al gobierno en 2009, representó un cambio partidario con lo cual se esperaba políticas económicas, sociales entre otras, tomando en cuenta los antecedentes vinculados con el manejo del déficit fiscal y que preceden a la administración de Funes, es necesario analizar los diversos mecanismos, opciones y/o alternativas consideradas por esta administración en particular, ya que no fueron diferentes en cuanto a recurrir al endeudamiento como opción para la reducción del déficit fiscal.

De tal manera que el gobierno salvadoreño en el periodo 2009-2014 generó un déficit fiscal al recurrir como principal opción al endeudamiento con agentes externos. Finalizada la administración de Mauricio Funes, el gobierno mantiene en general la misma línea de actuación con el Presidente Salvador Sánchez Cerén, sin embargo, este presentó propuestas y se evaluará a pesar de lo corto del período de este último, de qué manera afronta la solución al déficit fiscal.[7]

Las reformas tributarias de la administración Funes no solventaron el problema, ya que no dieron los resultados esperados, abonado a esto el crecimiento económico daba pasos lentos, Mauricio Funes tuvo al mismo tiempo ciertos logros estratégicos que conducirían al partido FMLN a llegar por segunda vez al poder, en este sentido la administración logró generar confianza en la derecha empresarial y al mismo tiempo logro debilitar al partido ARENA, esta administración también preparó el camino para otro gobierno del FMLN.

En el aspecto fiscal el primer año de la gestión de Mauricio Funes estuvo orientada a responder ante los desafíos de la crisis económica, para esto impulsó e implementó una serie de medidas de política fiscal de manera que los eventos económicos externos no afectaran catastróficamente la economía nacional, en este sentido el gobierno puso en marcha el Plan Anticrisis con el objetivo de contribuir a responder en el corto plazo, con medidas de política fiscal de apoyo temporal al ingreso, entrega de uniformes y útiles escolares, la generación de empleos y el sistema de garantías estatales, que se inicia con el fondo de garantía inmobiliaria para el acceso al crédito, destinado a la construcción de viviendas económicas para la población más a afectada, además que continuó con la implementación de subsidios a los servicios básicos, como por ejemplo el gas licuado, la energía eléctrica, el transporte colectivo y el agua potable.

Salvador Sánchez Cerén (2014-2019)

Aún con la continuación de “gobiernos de izquierda” los cambios en materia social y política no se dieron de manera palpable, en el ámbito económico la población reveló que no existía un clima favorable para la inversión tanto nacional como internacional, los cambios dentro de las políticas gubernamentales, así como ajustes en la política fiscal no fueron la excepción.

El primer año de gobierno de la administración de Salvador Sánchez Cerén enfrentó una situación delicada, debido al acelerado incremento de la deuda externa y al mismo tiempo por la falta de recursos financieros que se necesitaban para solventar las necesidades, traducidas éstas en gasto público.

Por otro lado, las reformas tributarias de la administración Funes no solventaron el problema, ya que no dieron los resultados esperados, abonado a esto el crecimiento económico daba pasos lentos, el primer año de gobierno de Cerén fue en gran parte determinado por el legado dejado por la administración Funes y comparado con el primer año del anterior gobierno.

Para la administración Sánchez Cerén, la política fiscal estaba orientada en “un nivel estratégico a generar condiciones para la estabilidad macroeconómica y financiera que, a su vez, propiciaran la reactivación de la economía, la atracción y retención de la inversión privada y la generación de empleo productivo.

Para lograrlo se impulsarían estas iniciativas: a) “Aumentar la recaudación de impuestos; b) Elevar y mejorar los niveles de ejecución y calidad de la inversión pública; c) Mejorar la eficacia de los programas sociales y de los subsidios; y d) Generar ahorro primario para que las finanzas públicas sean sostenibles en el mediano y largo plazo.[8]

Nayib Armando Bukele Ortez (2019-2024)

El Salvador presentaba condiciones de debilidad macroeconómica y sociales que en conjunto con condiciones fiscales frágiles que propiciaron, que la economía fuera de las más vulnerables de la región latinoamericana ante la pandemia COVID-19.

En general, el sistema de salud público era débil, en condiciones deficientes en términos de equipo e infraestructura, esta situación se combinaba con debilidades en términos económicos: el crecimiento espurio y reducido de los últimos años, junto al limitado espacio fiscal que se tenía, las condiciones adversas para el acceso a fondos en mercados internacionales, la dependencia en términos de remesas, un sistema de protección social insuficiente y bajos indicadores sociales representan serias vulnerabilidades de la región y sobre todo el país antes de la pandemia

En El Salvador, el mercado financiero se presenta adverso, con tasas de interés elevadas para LETES (9.5%), y fuertes caídas en el precio de sus bonos, significando deterioro en las condiciones de acceso a financiamiento, obligando a buscar financiamiento en instituciones multilaterales en lugar de mercados financieros.[9]

Por lo cual los programas van dirigidos a mejorar las condiciones económicas del país y facilitar la inversión nacional y extranjera estos son dos de los objetivos que el Gobierno pretende lograr con la implementación del Plan Despegue Económico anunciado por el presidente, además este deberá cumplir con la Ley de Responsabilidad Fiscal para la Sostenibilidad de las Finanzas Públicas y el Desarrollo Social, donde se establece que para este 2021 la carga tributaria bruta no puede ser menor al 18.5% del PIB y los gastos de consumo (remuneraciones y bienes y servicios) a partir de 2021 no pueden ser mayores a 14% del PIB. En esta ley ha quedado establecido, para este año, un ajuste fiscal de 3% del PIB por medio de acomodos en ingresos y gastos.

Los primeros pronósticos lanzados sobre los electos inmediatos de las medidas de los programas económicos llevado acabo por los Gobiernos, eran bastantes sombríos, se anunciaba una contracción severa de la producción, del empleo y de los ingresos a raíz del estrujamiento de la demanda agregada interna, producto de una esperada depreciación de la moneda, subida en las tasas de interés, restricción del crédito y reducción del gasto público; tal apreciación se fundamentaba en la común inclinación de los programas de ajuste estructural, a enfrentar los desequilibrios macroeconómicos a través de la aplicación de políticas cuyos instrumentos son, casi siempre, estrictamente financieros y las predicciones pesimistas sobre la futura evolución de la economía, el producto interno bruto real ha venido observando un claro comportamiento expansivo. 

Conclusión

La era del ajuste estructural en El Salvador ha estado ligado a un crecimiento real e ininterrumpido de la producción, todo esto, lleva a concluir sobre la necesidad de que el Estado salvadoreño revalorice las medidas de política económica implementadas y los efectos directos e indirectos, que se han desencadenado desde su implementación, en un afán de formular y echar a andar políticas que opten por el “camino largo” de incrementar la productividad del trabajo, y no la vía espuria de reducir salarios (con los efectos nocivos que esto trae aparejado), de forma que el Estado pueda estimular la inversión y con ello, el crecimiento y en alguna medida, mitigar las dinámicas propias del capitalismo que en forma tendencial le conducen a crisis periódicas y recurrentes.



[1] Moreno, Raúl; La Globalización Neoliberal en El Salvador. Un análisis de sus impactos e implicaciones; http://www.mon3.org/pdf/elsalvador.pdf; pág. 35

[2]Orellana, Merlos Carlos, “Las Negociaciones de Tratados de Libre Comercio de El Salvador, principales aspectos de interés” Boletín Económico y Social FUSADES, Boletín N° 171, febrero de 2000.

[3]Barahona Díaz, José Manfredy; Cañas González, Gladys Idsvela; Castro Orellana, Diana Carolina; García Rivera, Gabriela Emperatriz; Liberalización y Dependencia Económica en El Salvador 1990 – 2011; http://www.uca.edu.sv/deptos/economia/media/archivo/ef583d_tesisliberalizacionydependenciaeconomica19902011.pdf; pág. 30

[4]Escobar Alejandra, García Eugenia, Morales Rodrigo; Impacto de la Apertura Comercial en la Competitividad Internacional y la Distribución del Ingreso en El Salvador: 1990-2010, UCA Editores; http://www.uca.edu.sv/deptos/economia/media/archivo/5b8e3f_impactodelaaperturacomercialenlacompetitividadinternaciona lyladistribuciondelingreso.pdf

[5]Humanes, Miguel; Cafta: EEUU busca seguridad y Centroamérica crecimiento económico; http://www.americaeconomica.com/numeros4/246/reportajes/mike246.htm

[6]Alvarado, Cesar Antonio, Cabrera Melgar, Oscar; Evolución del déficit fiscal y la deuda pública en El Salvador. Una iniciación a los modelos de stock-flujo en una economía dolarizada; Banco Central de Reserva de El Salvador; http://www.bcr.gob.sv/bcrsite/uploaded/content/category/1063091089.pdf; pág.17

[7]Alvarado, Cesar Antonio, Cabrera Melgar, Oscar; Evolución del déficit fiscal y la deuda pública en El Salvador. Una iniciación a los modelos de stock-flujo en una economía dolarizada; Banco Central de Reserva de El Salvador; http://www.bcr.gob.sv/bcrsite/uploaded/content/category/1063091089.pdf; pág.20

[8] Secretaría Técnica y de Planificación. Gobierno de El Salvador; Plan Quinquenal de Desarrollo, 2014-2019.

[9]FUSADES. (2020). El impacto del covid en la economía de El Salvador: Algunas consideraciones de política para hacer frente a la crisis. Antiguo Cuscatlán: FUSADES.

Palley, T. (2004). “Del keynesianismo al neoliberalismo: paradigmas cambiantes en economía”. Traducción de Karina Navarrete. Artículo publicado en la revista Economía UNAM. Vol. 2 núm. 4.